El camino de la paz es sencillo. Es el camino de la Verdad y del Amor. Empieza con el individuo mismo. Donde el individuo acepta su responsabilidad en la guerra y en la violencia, ahí la paz encuentra un asidero. Para ir lejor hemos de empezar cerca, y las primeras acciones son internas. Las fuentes de la paz no están fuera de nosotros, y el corazón del hombre está bajo su propia custodia. Para que haya paz, debemos ser pacíficos. Para terminar con la violencia, cada uno tiene que liberarse voluntariamente de las causas de la violencia. Cada uno debe dedicarse diligentemente a la tarea de su propia transformación. Nuestras mentes y corazones deben ser sencillos y estar creadoramente vacíos y vigilantes. Sólo entonces puede nacer el amor. Solamente el amor puede traer la paz al mundo y sólo entonces podrá el mundo conocer la suprema dicha de lo Real.
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